Por Angela Marulanda G.
Enséñame cómo aprender y no qué aprender, enséñame a pensar y no tan solo que debo pensar. Así desarrollaré mi inteligencia y no solamente mi memoria.
No me regañes delante de mis compañeros. Me haces sentir humillado y temeroso de ser rechazado por ellos, aceptaré mejor tus correcciones, si me las haces calmadamente y en privado.
Señálame mis cualidades y reconoce mis habilidades. La confianza que así desarrollo en mis capacidades me anima a esforzarme y me hace sentir valioso y adecuado.
No me insultes con palabras, ni con gestos despectivos. Me haces sentir menospreciado y sin ánimo para corregir mis faltas y debilidades.
Ten en cuenta mi esfuerzo y mi progreso, no sólo el resultado final. A veces con poco esfuerzo logro mucho… pero es más meritorio cuando pongo todo mi empeño, aunque logre poco.
Nota lo que hago bien y no solo lo que hago mal!. Cuando subrayas mis éxitos y no mis fracasos, me siento motivado a seguir mejorando.
Cuando me corrijas o disciplines, hazlo sin maltratarme física o emocionalmente. Si atacas mi persona o mi personalidad, deterioras mi autoestima y no mejoras mi disciplina.
Confía en mí y demuéstrame tu confianza. Cuando me repites la misma cosa una y otra vez, me doy cuenta de tu desconfianza y esto me precipita a fracasar.
Trátame con cariño, cortesía y respeto. En esta forma te admiraré y, por lo tanto, desarrollaré un profundo respeto por ti.
No me amenaces, pero si lo haces, cúmplelo. Si no cumples lo prometido, aprenderé que, haga lo que haga, siempre puedo salir eximido.
No me ruegues ni me implores que me porte bien. Te obedeceré cuando me lo exijas con firmeza y sin hostilidad.
Procura hacer clases amenas e interesantes, en las que yo pueda participar. Me aburro cuando todo es rutina, sólo tú hablas y yo nada puedo aportar.
Cuando te haga preguntas, no me digas "eso ya lo expliqué". A veces tus explicaciones no son claras o suficientes para mí, si pregunto es porque quiero entender y aprender.
No tengas preferencias. Cuando alabas a uno e ignoras a otros, deterioras nuestras relaciones y haces de mis compañeros mis enemigos.
1 comentario:
Cuantas veces, el sentimiento de dolor e impotencia se apodera de nuestros hijos, y nosotros los padres no somos capaces de ayudarles.
¡Cuantas veces, hijo mío, te he pedido perdón y cuantas todavía me quedan por pedirte!
Nuestros hijos deben sentirse comprendidos por nosotros y si conseguimos eso, tendremos la batalla ganada. Se sentirán PERSONAS.
Y si además aprenden Matemáticas, Lengua y Conocimiento: fantástico.
Y si no aprenden Matemáticas, Lengua y Conocimiento: seguirán siendo PERSONAS.
Publicar un comentario